Tras unas
semanas de trabajo y esfuerzo de los compañeros y compañeras, quedaban ya unas
pocas horas para empezar con el Encuentro Solidario organizado desde CNT-La
Safor, el grupo anarquista Camilo Berneri, de la FAI, y el grupo anarquista Los
Solidarios. Habíamos recogido ropa,
material escolar, libros, comida y diferentes enseres como algún juguete o
gatos para automóvil. También teníamos a
punto diferentes panfletos, folletos y pancartas. En efecto, finalmente teníamos con qué
empezar y dar impulso a la jornada, pero aun así sabíamos que nos dejábamos
muchas cosas pendientes. Sin embargo este
primer encuentro sería solamente el pistoletazo de salida, el primer paso del
largo camino sobre el que deberemos actuar, reflexionar, y corregir si hiciese
falta antes de volver a dar el siguiente paso.
Hacia bien
entrado el mediodía del viernes, a menos de 24 horas del encuentro el
ayuntamiento advirtió a una de las compañeras que no iba a consentir que nos
emplazáramos en el lugar elegido para llevar a cabo esta jornada. Pero como su ley no es justicia ni ley
natural, sino autoritarismo y exterminio, tampoco íbamos a hacer caso de los
balidos del alcalde y su manada. De
todas maneras, siendo poco más de las ocho de la mañana del sábado, no sabíamos
con qué íbamos a encontrarnos y las dudas corroían nuestras mentes… ¿la jornada
tendría unos resultados satisfactorios? ¿comprendería el barrio qué estábamos
haciendo y por qué? ¿cómo lo aceptarían?
Llegó el
momento y llegamos a la plaza Elíptica para desplegar todos los bultos y cajas
que traíamos. La bandera rojinegra
observaba expectante cómo íbamos distribuyendo la ropa, los zapatos, los
folletos, los libros… Gandía aún estaba
terminando de despertar y sus calles a duras penas eran invadidas por unos
pocos pares de pies que paseaban apresurados.
Y llegó el primer vecino, un hombre que terminaba su jornada de trabajo
como celador y que, a sabiendas del encuentro, se acercó a traer una bolsa con
comida sin llevarse nada a cambio. Poco
a poco iba acercándose más gente. Se
sorprendían al ver ropa nueva con etiquetas (una tienda de ropa que cerró nos
donó una importante cantidad de ropa infantil y adulta sin estrenar). “¿Cuánto cuesta ésto?”, preguntaba algún
despistado o despistada. Había carteles
que describían el sencillo funcionamiento del encuentro: “coge lo que necesites”,
y a quien pudiere, “trae lo que puedas”, pero la próxima vez lo pondremos más
grande y más claro. Otra niña se llevó
unos libros de secundaria y al poco rato volvió para traer los que ella ya
había usado anteriormente para poder compartirlos. Otros chicos bajaron cargados con cajas y bolsas,
y se iban formando pequeños corrillos de gente que, entre agradecimientos,
comentarios y razonamientos, medio llenaban esta zona de la plaza.
En medio de
este ambiente fraternal y solidario llegaron compañeros de la CNT de los sindicatos
de Sagunto, Albaida y Valencia, y la alegría se multiplicó. Estos compañeros recorrieron distancias
considerables con el llano y noble objetivo de echarnos una mano, es decir, de
currar toda la mañana junto con nosotras y nosotros. En esos momentos es cuando verdaderamente me
llena de orgullo y emoción pertenecer a la CNT.
Todas las dudas
que albergábamos en las primeras horas del día se fueron disipando a medida que
avanzaba la mañana. Los resultados
fueron mucho mejores de lo esperados: muchas familias humildes del barrio se
pudieron beneficiar de esta jornada además de empezar a establecer lazos de
simpatía y solidaridad entre todos y todas las presentes; otras familias también ejercieron esta solidaridad al compartir aquello
que bienintencionadamente podían; y hubo otras personas que se interesaron por
la faceta ideológica del encuentro, llevándose algunos folletos y preguntando
sobre algunos aspectos de la situación actual y el punto de vista libertario.
Algún
anciano desmemoriado, porque enterró la memoria y no porque la perdió, pasó
refunfuñando que hacían falta tres Franco y un Hitler para limpiarlo todo de
tanto sinvergüenza. No le dimos mayor
importancia de la que tiene mirar cómo defeca un cerdo. Luego llegó una pareja de policías rebuznando
que unos vecinos se habían quejado y nos instaron primero a marcharnos, y ante
la negativa, a quitar las pancartas (que rezaban oraciones como “Rodrigo Rata”),
pero finalmente no se movió nada del sitio.
Llegó el mediodía
y después de estar horas soportando el tórrido sol, que tuvo la osadía de
aparecer de entre las nubes a media mañana, empezamos a recoger. La gente empezaba ya a refugiarse en sus
casas huyendo del calor y buscando un plato de comida y tal vez una siesta con
ventilador, tales son las vacaciones del pobre y del trabajador. Tan grande fue la solidaridad del barrio, que
al terminar nos fuimos con más bultos de los que trajimos, así que deberemos
repetir esta jornada, evaluando bien la primera experiencia para corregir
errores y mejorar en nuestro camino hacia la organización popular desde una
perspectiva libertaria. Al terminar las
compañeras y compañeros acudimos a un pequeño huerto de uno de los compañeros del
sindicato local y, en un pequeño oasis que una sombra de un cobertizo de cañas formaba
en medio del campo, degustamos una sabrosa paella echa a leña, culminando la
jornada entre conversaciones cómicas y debates serios, entre recuerdos pasados
e ilusiones futuras, y todo ello inmerso en un fraternal y cálido ambiente
refrescado por la brisa marina del litoral gandiense.
Ante todo
lo expuesto, repetiremos esta jornada, no quepa duda, habiendo localizado
algunos aspectos que deberemos mejorar.
El siguiente encuentro terminará de consolidar lazos entre el
vecindario, haciendo cada vez más posible una organización popular. Nosotros, los anarquistas, estamos al lado
del pueblo para luchar contra los ataques que a todos nos impiden vivir
dignamente y en plena libertad, no estamos a su lado para decirles cómo deben
de actuar. Nunca podremos llevar a cabo
una Revolución Social Libertaria sin el levantamiento del pueblo, y el pueblo
no puede defender la causa libertaria si no sabe en qué consiste, qué defiende
y por qué lucha. Para gran parte de este
pueblo, las y los anarquistas aún somos los vagos, los maleantes, violentos y
terroristas, quienes queremos que todo sea de todos para vivir a costa de quienes
trabajan, pero nosotras y nosotros sabemos que eso no es en absoluto cierto. La libertad no se piensa, no se explica, no
se define… la libertad se siente dentro, impulsa nuestro corazón y dirige los
movimientos de nuestro cuerpo. Y si no
contagiamos al pueblo este sentimiento de libertad nos veremos destinados a
vivir a sus espaldas y bajo el yugo común del Estado.
Sí, ahora
sí que no tenemos duda alguna: el segundo encuentro será mucho mejor, y por
supuesto ampliaremos los objetivos que nos planteemos para esa jornada y, con
ello, las acciones que la completarán. Pero
no adelantemos acontecimientos. Continuaremos
informando sobre este tipo de encuentros.
Salud, libertad y Revolución Social.
CNT-La
Safor
Grupo
Anarquista Los Solidarios
Grupo
Anarquista Camilo Berneri – FAI