La siguiente entrevista estuvo realizada para la controvertida
publicación francesa "Z". Aunque echamos de menos más referencias
directas al anarquismo, es en el movimiento anarquista donde nacen los
movimientos vecinales asamblearios en Grecia. La entrevista muestra claramente cómo son los
procesos de organización autónoma del pueblo frente un Estado que los oprime
cada vez más y un sistema capitalista que agoniza. Estos movimientos asamblearios están en camino
de transformar los barrios en verdaderas colectividades anarquistas basadas en
la solidaridad y en el apoyo mutuo, aunque es evidente que mientras el Estado
siga en pie hará todo lo que esté a su alcance para que estos movimientos no
prosperen.
No se trata ya de manifestaciones ni de pancartas, no se trata de rodear
los parlamentos ni de votar a los de apariencia más progresista: es la
organización popular, es la construcción de un nuevo mundo que elimine todas
las desigualdades creadas por el mundo donde vivimos ahora. Es la construcción
de la anarquía, es la práctica nacida antes de la teoría.
Esperamos que disfrutéis de esta entrevista publicada en el boletín
libertario Argelaga.
¿De dónde proviene el movimiento de las asambleas de barrio?
He de precisar que el
movimiento es muy variado, que ha pasado por varias etapas y que por eso podría
describirse de mil maneras diferentes. La
idea de las asambleas de barrio se extendió masivamente tras diciembre de 2008. La muerte de Alexis y las semanas de
revuelta, enfrentamientos y ocupaciones que siguieron, así como la agresión con
ácido a la trabajadora del metro Konstantina Kuneva, fueron hechos que
conmocionaron realmente a la sociedad. Las
grandes características de aquella revuelta son, por una parte, la ausencia de
reivindicaciones y de petición de reformas y, por la otra, el aspecto
descentralizado en todos los barrios de Atenas y, a continuación, en todo el
país. Después de diciembre de 2008, la
dinámica de las acciones y enfrentamientos en los centros de las ciudades llegó
al límite y se desplazó a los barrios. Con
las asambleas, la idea del comienzo consistía en dotarse de espacios de
encuentro, sin tener en el pensamiento nada en concreto, excepto la voluntad de
buscar algo colectivamente. Era una
manera de prolongar las relaciones que se habían creado durante la revuelta. Muchas de las asambleas se formaron entonces,
pero solamente cuatro de ellas siguen funcionando sin parar. Las demás reaparecen cuando el movimiento
social despierta de nuevo, como sucede hoy o sucedió en 2011, cuando llegaron a
existir en Atenas alrededor de cuarenta.
¿Puedes hablarnos de la asamblea en la que participas?
La asamblea de Vyronas,
Kasariani, Pagrati (VKP) se implantó en barrios históricamente muy populares:
uno de ellos era el antiguo barrio rojo durante la Resistencia, el barrio que
los nazis jamás pudieron conquistar. Esta
tradición se rompió con el paso de los años por culpa del aburguesamiento de la
población, aunque también porque el Estado instaló allí un cuartel de la
policía armada. Hoy los tres barrios son
de gente heterogénea, pero en general son más bien lugares acomodados. En VKP hubo asambleas antes de 2008, creadas
a raíz de luchas relativas a los espacios públicos. La primera se celebró para oponerse al
proyecto de construcción de un teatro en medio de un parque. Además de la cementación que implicaba
–Atenas es una de las ciudades con menos espacios verdes de Europa- los
habitantes sabían que el teatro se alquilaría a empresas privadas que pondrían
por las nubes el precio de las entradas.
Gracias a su movilización, el proyecto no se llevó a cabo y la asamblea
continúa, incluso hoy en día, organizando actividades infantiles, campeonatos
de baloncesto y un café a precios libres en el parque cada primer domingo de
mes.
Asimismo intervienen de manera
muy activa en la vida del barrio distribuyendo propaganda militante en las
escuelas, organizando fiestas populares con los inmigrantes y también acciones
solidarias con las personas detenidas en las manifestaciones durante las
huelgas generales. Hubo otra lucha que
reunió a mucha gente: la oposición al proyecto del túnel y de los cruces de
autopista abocado a destruir una parte de la montaña Ymyttos, uno de los últimos
espacios verdes de la ciudad, situado al este del centro. Hubo muchas manifestaciones alrededor de la
montaña, bloqueos de la circunvalación y acciones en los peajes, con el
resultado del abandono del proyecto. En
VKP la gente tenía esas experiencias como base.
Después, durante las revueltas de diciembre de 2008, ocuparon un centro
municipal para jóvenes durante unos días y convocaron rápidamente la asamblea. Tras las asambleas semanales en los tres
barrios, la gente decidió alquilar un local.
Actualmente participan unas treinta personas, cifra más o menos estable
hasta hoy.
¿Qué clase de acciones estáis organizando?
Nos implicamos en dos tipos de
acción: por un lado, nos defendemos contra los ataques del sistema y, por el
otro, elaboramos proyectos y formas de vida que nos parecen deseables. Por ejemplo, en 2010, hubo un primer intento
de coordinación con otras asambleas y colectivos anarquistas, que intervenían
en las luchas de sus barrios contra el aumento del precio billete del
transporte público. Se coordinaba de
modo que simultáneamente cada asamblea organizara concentraciones en las
estaciones de metro y autobús. Se
distribuían panfletos, se saboteaban las máquinas de validación y se proponían
autorreducciones para cuestionar el discurso de la autoridad, que consistía en
decir que el transporte público era una mercancía más que necesitaba ser
rentable. Se intentó conectar con los
trabajadores de los transportes públicos, pero era difícil.
Las gentes de Alba Dorada –el
partido griego neonazi- tienen bastante influencia entre los sindicatos de
conductores de autobús. Después,
participamos en todas las huelgas generales desde 2010, que fueron reprimidas
severamente. Durante el transcurso de
una de ellas, los maderos atacaron la marcha de las asambleas de barrio,
enviando a urgencias a una persona que estaba en coma, y casi se muere, otras
resultaron gravemente heridas. Esos
momentos nos acercaron mucho unos a otros y consolidaron nuestra determinación. Se bloqueaban los supermercados y los centros
comerciales del barrio para hacer de la huelga una huelga de verdad, sin que
nadie consumiera. También intentamos
rodear el Parlamento cuando los diputados votaban la segunda ronda de medidas
de austeridad. Las asambleas de barrio
desempeñaron un papel importante en esta movilización. Además, intentamos mantener una presencia
permanente en el barrio, organizando manifestaciones, un comedor colectivo y
cultivando un huerto ocupado con vistas a la autosuficiencia alimentaria. Asimismo se celebra un mercadillo de trueque
una vez al mes en diferentes plazas. También
disponemos de un local con una biblioteca a disposición del barrio, en el que
organizamos diversas actividades, proyecciones y debates.
Todas las acciones persiguen
romper con el individualismo y el pesimismo que se han adueñado de Grecia con
la crisis, luchar contra el canibalismo social que el Estado promueve
indirectamente como solución a la crisis.
Mediante estas prácticas, se busca favorecer el desarrollo de relaciones
basadas en la igualdad y la solidaridad.
El barrio es un espacio muy fértil para ello, tanto más cuanto que en
Atenas los espacios se mantienen bastante mezclados socialmente, lo cual
permite establecer relaciones inesperadas.
¿Cómo te planteas el problema de la subsistencia alimentaria?
El problema se planteó desde
que comenzaron a funcionar los comedores colectivos. Se entró en contacto con otras asambleas con
preocupaciones similares y, durante ese tiempo, se ocupó un gran espacio en un
barrio vecino: una villa con terreno cultivable. Decidimos convocar una nueva asamblea
dedicada enteramente a la cuestión. Esa
misma asamblea se encarga ahora de cultivar la tierra con el objeto de
abastecer a los comedores colectivos de los cuatro barrios que asumieron el proyecto. Nos encontramos todavía lejos de la autonomía
alimentaria, pero es un primer paso. Dicho
esto, el huerto está amenazado de desalojo.
Las expulsiones de espacios ocupados, como por ejemplo en Villa Amalias
y Skaramaga, se multiplican en Atenas desde principios de 2013.
Nos han hablado mucho de la polarización de la sociedad griega. ¿Os percatáis de ello en vuestra asamblea?
Determinadas personas se
presentan allí con la idea de que hay demasiados inmigrantes en los barrios y
de que hay que hacer algo al respecto. Es
un riesgo que se corre al participar en movimientos abiertos. A veces también se dan reacciones sexistas
durante las acciones. El único medio de
luchar contra ello es hablando entre todos.
La mayor parte del tiempo la gente lo entiende y si no, se aparta y se
va. En cambio, en una asamblea de barrio
que lucha contra las antenas parabólicas, dos fascistas vinieron sin decir que
pertenecían a Alba Dorada. Lo supimos
porque en un barrio pequeño todo el mundo se conoce. Lo único que había que hacer era decirles que
no eran bienvenidos.
¿Tenéis que véroslas a menudo con Alba Dorada?
Desde que entraron en el
Parlamento, y gracias a las ayudas que reciben por ello, Alba Dorada abrió
locales en toda Grecia. Cada vez que
inauguran una nueva sede se convocan concentraciones de protesta que, con
frecuencia, acaban en enfrentamientos con la policía. Sin la protección policial, los fascistas no
conseguirían mantener su presencia en los barrios. Felizmente, por el momento, sólo tienen dos comisiones
de barrio verdaderamente activas en Atenas.
En ciertos barrios populares como los del oeste, cerca del Pireo, tienen
una relativa influencia. Pero allí las
asambleas de barrio se enfrentan con ellos abiertamente. En nuestro barrio no existe ni presencia
fascista ni caza del inmigrante, pero ello es debido, en parte, a nuestra
implantación y presencia continua. Según
mi opinión, la lucha antifascista consiste más en impulsar tus propias
estructuras y el mundo que propones –que en esencia es fundamentalmente
antifascista– que en denunciarles con discursos.
Nos has mencionado la primera ola de asambleas después de diciembre de 2008
¿Cuáles han sido las demás iniciativas de reagrupamiento en los barrios?
En mayo de 2011, siguiendo los
pasos del movimiento de los indignados y de la ocupación de la plaza Syntagma,
en Atenas hubo una segunda oleada de asambleas.
En nuestro barrio, militantes de una parte de la izquierda radical
llamaron a la creación de otra asamblea en la también que participamos. Pero pronto surgieron fuertes deferencias
entre nosotros. Si tú quieres crear un
espacio de diálogo con gente que actúa de forma dirigista y paternalista,
tendrás conflictos a la fuerza. Durante
ese periodo bombardearon las asambleas con reivindicaciones del tipo
nacionalización de la Banca. La gente
que buscaba un debate abierto se desinteresó rápidamente y esta segunda oleada
no duró demasiado. Las asambleas
controladas por los izquierdistas no pudieron o no quisieron ir hacia
reivindicaciones concretas ligadas a la salud, a la educación o a la
subsistencia. En resumen, no trataron de
promover otra manera de vivir, lejos del sistema capitalista que se está
hundiendo a nuestro alrededor.
¿Hace falta nacionalizar la
Banca? No es la pregunta correcta, a mi parecer. Una tercera oleada de asambleas tuvo lugar
cuando el Estado acopló una tasa territorial extraordinaria a la factura de la
electricidad: “a quienes no paguen la tasa, se les cortará la corriente”. La tasa y los intentos de hacerle frente han
acentuado las diferencias entre las asambleas.
Algunas acogieron a gente preocupada con los cortes que simplemente
pedían a los reunidos más significados políticamente que resolvieran el
problema. Algunos aceptaron representar
el papel que se les proponía, aunque esto implicara el abandono de la
organización horizontal en provecho de la lógica de la delegación.
Nuestra asamblea también hizo
un llamado a organizarse en el asunto de las tasas. Es muy dinámica y actúa de modo muy radical:
no ha de haber cortes en nuestros barrios, sea por impago de la tasa o por
cualquier otro motivo. Para nosotros, la
electricidad es un bien vital.
La asamblea se desplazó hasta
las oficinas fiscales y obligó a largarse del barrio a la empresa subcontratada
para los cortes. Después, fuimos a la
sede local de la compañía de electricidad para cortarle la corriente. Hoy en día, se han montado patrullas en el
barrio para impedir a los técnicos de la empresa que corten la corriente. Es ahora, junto con la lucha antifascista, la
lucha principal que llevan a cabo las asambleas.
¿Puedes hablarnos de los movimientos que os influyen?
El movimiento de las asambleas
de barrio debe mucho a lo que pasó en Argentina. Aunque no haya una referencia directa, la
influencia es real. Durante las primeras
huelgas generales, la experiencia Argentina nos alentaba, tanto como después lo
hicieron Túnez y Egipto. Otra influencia
importante fueron los movimientos de autorreducción en Italia en los años setenta:
los grupos que se organizaban para no pagar el alquiler, la electricidad o el
transporte. En nuestra asamblea,
particularmente, mucha gente se inspiró en la lucha zapatista de Méjico y su
búsqueda de la autonomía. Participamos
en acciones de solidaridad con esas luchas en nuestro barrio.
Una cosa común a todas estas
fuentes de inspiración, presente en las asambleas, es la voluntad de
organizarse horizontalmente, sin partidos políticos: aunque hayan militantes de
partidos, éstos no participan en las asambleas sino como individuos, sin
etiquetas. Las bases políticas son la
autonomía y la voluntad de crear estructuras fuera del capitalismo, fundadas en
el reparto y la solidaridad. En nuestra
asamblea, existen bases que se han establecido tras largas discusiones. Se busca siempre un consenso para hallar la
manera de avanzar juntos.
En Grecia, se cree mucho menos
en las instituciones, en la idea del contrato social y la representación, que
en Francia. Es un terreno fértil tanto
para los ideales antiautoritarios como para los hiperautoritarios. Aquí es más fácil que en Francia asociarse en
bases comunes con gente de diverso recorrido político. Por el contrario, el peligro de convertirse
en un grupo cerrado está ahí: encontrar la manera de abrirse a los recién
llegados es una tarea constante.
¿Cuál es el balance que haces de los cuatro años de existencia de tu
asamblea? Y ya en general, ¿cuál es tu balance de las asambleas de barrio?
No resulta fácil decirlo. Después de la revuelta de 2008-09 estamos continuamente
corriendo en pos de la actualidad. Lo
que las asambleas de barrio aportaban de nuevo, como posibilidad, era
precisamente no limitarse a reivindicar las cosas que te quitan y avanzar hacia
el mundo al que se aspira. Pero los
obstáculos son numerosos y la represión que sufren los militantes políticos, el
ascenso de Alba Dorada, la explosión del paro y la violencia repetida contra
los inmigrantes impiden dedicarse a un programa como si no pasara nada.
Uno de los puntos débiles del
movimiento es que los momentos de empuje nunca han desembocado en resultados
concretos. La asamblea de las asambleas
de barrio fue uno de esos momentos. En
noviembre de 2011 se reunieron todas las asambleas existentes: cuarenta en
Atenas, con cuatrocientos representantes y una buena dinámica. Pero perdió fuelle pronto. No se llegan a victorias concretas y eso
decepciona, creando una sensación de derrota muy presente en la actualidad. La sensación proviene también del hecho de
que las asambleas de barrio todavía no se vislumbran como soluciones viables
para organizar la vida cotidiana.
La voluntad de crear
estructuras fundadas en la autoorganización y la autonomía plantea numerosas
cuestiones: ¿cómo construirlas superando la lógica de la caridad y la
filantropía? ¿Cómo crear tu propia autonomía en un entorno donde todo te ha
sido robado, donde no puedes producir por ti mismo nada, especialmente en el
ámbito urbano? ¿Qué es lo que hay que hacer para que la gente participe
realmente? Cuando se organizan comedores populares o mercadillos de trueque,
hay que explicar constantemente que no se trata de un vulgar servicio de
distribución. Creo que no existe una
respuesta convincente en relación con esto, hay que tener paciencia. Tal como lo veo, en las asambleas muy masivas
la gente se inclina a delegar las tareas en otros y a aceptar la representación
de un grupo reducido, cuando a más relaciones personales y más contactos, lo
que corresponde es mayor igualdad en la participación. Es cuestión de relaciones. Pero raros son los que piensan que podemos
vivir sin ayuda de nadie en base al consenso y al diálogo, que podemos
apropiarnos de nuestras vidas.
Sin embargo, me da la
impresión de que, a medida que el Estado y el sistema económico quiebran, se
derrumban, más “zonas grises” se desarrollan y otros modos de organización y de
relación son posibles. El papel de las
asambleas será crucial en todo esto. No
solamente hay que mantener el brasero encendido, sino que hay que hacer que el
fuego dure más tiempo. Nuevas
estructuras aparecen en Grecia cada mes.
Desde esa perspectiva, el movimiento anda por el buen camino.
Argelaga http://argelaga.wordpress.com/2014/10/22/en-grecia-el-estado-se-hunde-los-barrios-se-organizan/